El monasterio que alberga el convento de las Madres Bernardas en Ferreira de Pantón es, sin duda, una de las joyas arquitectónicas más importantes de Galicia. Existe constancia de esta edificación religiosa desde el siglo X: en 924 está fechada la primera carta de donación del convento, que era dúplice y se regía por la regla de San Benito. En 1175 se anexiona a la orden del Císter.



Del primitivo cenobio sólo se conserva la iglesia. La planta es característica del románico popular gallego: una única nave con ábside semicircular interior y exteriormente, precedida de un tramo recto que se cubre con bóveda de cañón. El ábside está cubierto con bóveda de cascarón y el resto de la iglesia con un hermoso artesonado de madera.

Esta construcción, del siglo XII, de una gran sencillez arquitectónica, muestra una fuerte riqueza escultórica: queda patente en los capiteles, tanto interiores como exteriores, en las ventanas y en los canecillos, que destacan por su originalidad temática y por la destreza de su labrado.

Adosado a la iglesia románica está el convento de las Madres Bernardas, con claustro renacentista y varias dependencias barrocas.